Un año de pisar por el metal. Foto: El Dañado |
A un año de iniciar la cabalgata por fomentar y promover el metal hecho
en Oaxaca, La Nöpalera mantiene su filosofía: dar cabida a todos los géneros y
a todas la bandas
Coco Metal
Tal como lo manifiesta el
titulo de esta reflexión, un género, cual poliedro por sus múltiples rostros
que expone las diversas inquietudes de las juventudes en occidente, se niega a
recluirse en el sepulcro de la indiferencia y marginación.
Aquí en Oaxaca los metaleros
enfrentan una carencia de recursos, es cierto, y los prejuicios en torno a
ellos aún persisten desgraciadamente, sin embargo, cómo organismos en entornos
hostiles acosados por paradigmas darwinianos han sabido responder.
Luchan, se mimetizan y, cuando
parecen derrotados, vuelven a erigirse como el estandarte de una sana y
legitima rebeldía.
A un año de haber arrancado
esta intensa y original aventura, el panorama se vislumbra alentador.
No pocas bandas locales
consiguieron quebrar obstáculos debido, en gran medida, a una más amplia y
asequible tecnología, misma que les ha permitido autofinanciarse alguna
grabación de aceptable calidad, algo que antaño se tornaba más complicado;
también se recuperaron espacios para la exposición del trabajo realizado y
abrieron otros antes vedados.
En el metal confluyen un
sinnúmero de factores que le han granjeado legiones de fans incondicionales por
todo el orbe en prácticamente 40 años de existencia.
Implica fuerza rítmica, se
torna estridente sin menospreciar la melodía, a veces oscuro y melancólico, nos
conduce de una fantasía medieval a un cuadro romanticista decimonónico; se
sirve de la historia y la protesta social para reivindicarse, hace alarde de
sofisticación y virtuosismo, pero ante todo, propugna siempre por la apertura y por la inclusión.
Aprendamos a no cerrarnos, a
no repeler aquello estigmatizado por la cerrazón e intolerancia. En La Nöpalera
tienen y tendrán cabida todos.
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